martes, 10 de enero de 2012

No al machismo… si a la música

Aportar palabras en contra del machismo en nuestro país es lo más fácil, por doquier nos encontramos publicidad que castigan la violencia de género, también muchos tutumpotes se jactan diciendo que la mujer es importante y los minúsculos grupos feministas que por medios digitales y escritos se pronuncian queriendo enterrar de la faz de la isla aquellos que abusan de las féminas.
Pero de pronto en la palestra pública salen los silenciosos trompones que muchos tutumpotes propician a sus parejas, ¡ohhhh! tremenda sorpresa la violencia de género no es un resultado de la pobreza, que bueno porque de este lado de la isla el origen de todas las cosas ha dejado de ser Dios y ha venido siendo desde un tiempo la pobreza y mejor aun su protagonista el pobre; el origen de todos los males que nos aquejan.                                                                                                                                 
Pero yo diré algunas cositas un poco sutiles y no queriendo retozar con el psicólogo social ni nada por el estilo, podría hablar de ese enchufe umbilical que tenemos los dominicanos, me explico: no se han preguntado por qué muchos dominicanos al escuchar cierta música tienden a mover un musculo del cuerpo y en los más someros casos mover los piecitos al ritmo de la música,  en ese el enchufe umbilical estamos conectados. Desde que nacemos, se nos transmite toda una riqueza musical, pero no nos quedemos en el contagioso ritmo, pensemos un poco en las letras que también se filtran por el enchufe.
Las letras al tanto repetirse  se hacen costumbres y las costumbres se viven en el día a día, yo podría jugar a ser poeta  y componer las siguientes palabras:
Que mujer tan chula esa que yo tengo,
Ella me paga todo lo que yo me bebo,
Que me la pegue pero que no me deje,
Aunque ella sea una serpiente venenosa,
Seremos siempre infieles, porque yo tengo siete locas
Metía en  la  piscina, seis se echan agua y una se da vida,
 Porque si ella no me quiere me quiere la otra,
Y aunque ella diga que esas son cosas de él,
El vive la vida loca. Y a cuarta de chuleta, hehehehehehehehehe
 Te me va dobla, porque ella es loca con su tigre,
Aunque él sea un coche y este roto.
A eso me refiero, desde pequeños bailamos cosas, con el tiempo toman nuevos colores rítmico pero que son letras recicladas, desde niños nos dicen –pero mira que bien baila esa niña el baile del perrito, Dios la bendiga- o cuando regresamos de la escuela, -mira no te quede dao de fulanita  aunque sea hembra demuéstrale que tu eres el hombre-. Pienso que hay cierta complicidad entre lo que escuchamos y lo que hacemos, mi tesis puede ser absurda para algunos amantes de la música, pero no me retracto de lo que digo, queremos decir diariamente que el machismo desaparezca pero a diario también a nuestros hijos, sobrinos y demás lasos familiares se le enchufa musicalmente esas vivencias, claro está bajo el apadrinamiento de los medios de comunicación.
No daré soluciones y me amotinare en un rinconcito a escuchar a alguien que dice: ojala que llueva café en el campo y otro que grita a lo lejos que en un solo día a love bachata, y que el susurro de una mujer me diga que viva, que la vida me sonríe. Mientras existan voces que digan palabras semejantes, me enchufare a estas emisoras de la vida.

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