viernes, 16 de diciembre de 2011

De parranda y arrabal

                                                                                                                                                                                
08:05 PM - 16 Dic, SAMANÁ *-. ¡Oh, tentadoras circunstancia, cómo no deseo rascarme  el remordimiento!  Que sería de nosotros los humanos si nunca caemos, si jamás fallamos, si al atardecer de nuestros días no hemos amado, la verdad no tendríamos historias que contar, no podríamos levantarnos, seriamos seres perfecto alardeando de un trocito de amor.
Existe todo un mundo detrás de lo que cada uno de nosotros aparentamos, todo un mundo que se fragua a escondida y del que existen pocos testigos. No hablaré de vainas metafísicas, ni daré un discurso moralista, más bien me referiré a cosas “normales”. 
En nuestra vida confluyen apariencias y realidades,  que nos hacen disfrutar de todo un  desfile de ofertas ocultas, ofertas que se disfrazan de buenas intenciones y de intensos placeres. 
 Lo que quiero decir realmente, es que somos cómplices de esquemas que lastiman la salud, hacen mezquina nuestra dignidad y sobre todo nos hacen esclavos de esos placeres momentáneos, y ¿Quién gobierna ese mundo? ¿Cada qué tiempo se eligen esas autoridades? ¿Hay reelección?  La verdad creo que eso se gobierna solo, no busco culpable, porque a decir verdad todos lo somos, ya que cada uno tiene historias que contar; no es mi papel señalar a nadie por su insípida moralidad o por su tacaña conciencia, sólo quiero traer a colación ese mundo de arrabal y de danzón del que mucho no hablan y prefieren hacer callar sus labios mientras hacen hablar sus acciones. No existe un tiempo donde esos placeres dejen de tentar y tampoco poseen cultura antirreleccionista. No pido hacer publicidad de dichos acontecimientos, porque como señalé cada uno de nosotros puede ser capaz si se detiene unos minutos de señalarlo. Tan sólo tuve una idea y la escribo, esperanzado de que alguien me entienda y con la expectativa de crear conciencia en algunos que suelen predicar de los demás mientras su putrefacción hace estragos en los suyos.
 Vivir es una misión importante, pero hágalo sin hacer el mínimo daño a sus semejantes, porque aunque las cosas cambien de color en el tiempo, el amor prevalece, lo bueno sobresale, porque no existen manchas tan poderosas  que oculten el resplandor del BIEN. Sécate la vida con buenas obras y veras que lograras equilibrio en el retozar de los arrabales y las parrandas que te   pellizcan a diario. 

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